A veces, a partir de hechos beneficiosos para el país, de acciones aparentemente cubiertas de buenas intenciones, suceden hechos que no llegan a ser de público conocimiento o que no son tratados con la importancia debida, tal es el caso del actual Buque-escuela Mollendo, el cual – para señalar un poco de historia – inició sus servicios en la Marina de Guerra del Perú en 1972, como buque de transporte y labores mercantes (construido por el Servicio Industrial de la Marina).

En el presente año, el 19 de mayo, fue establecido como punto de partida del Buque de la Armada Peruana (BAP) Mollendo, para una travesía de instrucción que llevaría aproximadamente a 173 personas, entre cadetes de la Marina, Ejército, Fuerza Aérea y civiles por los principales puertos americanos – Ecuador, Costa Rica, Panamá, México y EE.UU. (San Diego y San Francisco) – con el propósito de mostrar algunos objetos históricos, réplicas de ruinas, muestras de nuestra gastronomía, licores y textiles.

Entre los civiles estarían personal de la Asociación de Exportadores (ADEX), el Programa Sierra Exportadora, el Instituto Nacional de Cultura (INC), y el Instituto de Desarrollo del Sector Informal.

Hasta aquí todo bien, pero el mismo martes 19 en horas de la mañana, personal de la Policía Nacional descubrió 43 frascos de shampoo, cuyo contenido arrojó positivo para alcaloide de cocaína. Los recipientes se encontraron en el camarote del Capitán de Navío AP Kurt Ludwig Bottger Garfias, quien era además el segundo comandante de la nave.

Como asunto de rutina, miembros de la Policía Nacional notificaron telefónicamente al encargado de la Primera Fiscalía Especializada en Tráfico de Drogas del Callao, Dr. Juan Bautista Mendoza Abarca, quien debió acudir en compañía de la División de Investigación de Tráfico Ilícito de Drogas (Ditid) de la Dirandro, sin embargo esto no ocurrió así; curiosamente, el Fiscal en mención solicitó la presencia de agentes de la Ditid recién cuando estuvo a bordo del BAP Mollendo, lo que originó que los agentes antidrogas llegaran con un retraso de un poco más de dos horas (entre otras cosas por la coordinación que supone el uso de una lancha de la Marina).

Los peritos de la Ditid, usando el método químico de la colorimetría, realizaron la toma de muestra en los frascos de shampoo, previa extracción clorofórmica con el PH y posterior exposición con los reactivos específicos (en este caso: Matheus y Mayesdia), dando como resultado negativo según consta en actas, para finalmente efectuar una revisión en toda la embarcación con el uso de canes.

El resultado fue que no se encontró nada, lo extraño de todo fue la intervención del fiscal, quien habría solicitado la presencia de los agentes de la Ditid como una manera de presionar a fin de aumentar el monto de la coima, cifra que habría crecido aún más ante la presencia canina, lo que al final resultó en el cambio de los frascos, es decir, la coima se consumó.

Tales hechos se agravan si consideramos que este mismo Fiscal ha solicitado la entrega de todos los casos de investigación para analizarlos, muy a su particular estilo claro.