La discusión sobre la delimitación marítima pendiente entre Perú y Chile cae por el manejo mediático que se le da, en una confusión que parte a mitad de camino, no en un punto erróneo pero no en el indicado. Si prestamos atención al tema, Chile ha ido involuntariamente retrocediendo, en términos cronológicos, en la justificación de sus argumentos, y esto se explica a que tal retroceso es inversamente proporcional a la supuesta fortaleza que defienden. La discusión sobre el diferendo, la inició Chile convenientemente desde una perspectiva actual, es decir, tratando de potenciar la idea que el tema marítimo era un tema resuelto y que incluso plantearían la incompetencia de la Corte Internacional de La Haya en ese sentido.

Posteriormente, Chile dio cuenta de la poca contundencia de su defensa y decidió trasladarse años atrás, hasta tiempo después de la firma de los acuerdos de 1952 y 1954, con eso intentan sostener que ejercen una soberanía absoluta y consentida por Perú en lo que ellos llaman su “mar presencial”, añadiendo que tales acuerdos pesqueros, tienen la calidad de tratados de límites.

La explicación chilena queda inmóvil en el punto anterior, la razón es bastante sencilla, no abordan el análisis de los acuerdos de 1952 y 1954, por que se trata de convenios pesqueros, muy importantes por supuesto pero que fueron resultado de la Primera y Segunda Conferencia sobre Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur.

La explicación jurídica es amplia y resulta densa dado que una respuesta que abarque la totalidad del asunto debe contener varios puntos, al respecto sólo mencionaré que tales conferencias fueron a su vez, consecuencia de dos decretos emitidos por Chile y Perú en 1947, en los meses de junio y agosto respectivamente, en donde se establecen temas como, el de zona de control y protección de las riquezas en el mar adyacente y la conocida tesis de las 200 millas, lo que se hizo en las conferencias de 1952 y 1954 fue ampliar tales temas.

El fin de este artículo es mostrar la clara intención chilena de manejar un discurso con medias verdades, ocultando datos y hechos que no favorecerían su posición, lo que hace parecer que Chile desea que ciertas cosas queden en el olvido, obviando adrede su propio eslabón. Para una muestra concreta de lo dicho, a continuación un recorte periodístico del Diario El Comercio, de fecha domingo 5 de diciembre de 1954 en su página 3: